22 de junio de 2015

Ojos de Gato

gato sobre cómoda


Ojos de Gato

Pasaba ya de la medianoche y la mujer continuaba tendida en el sofá del salón viendo la televisión. Las luces estaban apagadas, las ventanas abiertas y el ventilador oscilaba quedamente proporcionando una tenue brisa, pero aun así el verano se hacía notar. El hecho de que el gato permaneciera acurrucado sobre su regazo tampoco ayudaba a la mujer a permanecer fresca, precisamente.

Cambió una vez más de canal, repasando toda la programación vespertina con los ojos entreabiertos. Se caía de sueño. Pero al día siguiente tenía que ir a trabajar después de una semana de vacaciones y no quería que sus días libres terminaran tan pronto. Una vez se fuera a dormir ya sería otra vez lunes... Aguantó unos minutos más, aunque desde luego no fue porque le gustara lo que veía porque, a esas horas, lo más interesante que ponían en televisión eran los programas de teletienda. Finalmente empezó a moverse y el gato emitió un maullido indignado. La mujer sonrió y le acarició entre las orejas.

Ella se levantó, apagó el ventilador y la televisión. El piso quedó únicamente iluminado con la claridad proveniente de las farolas de la calle y la mujer empezó a dirigirse con paso renqueante a su habitación. Estar durante horas en una misma postura para que tu gato esté cómodo tenía esas cosas. Entonces se giró hacia el sofá. El gato seguía allí. Normalmente, en cuanto ella se iba a la cama el gato la seguía. Normalmente a partir de las once el gato ya la estaba esperando ante el umbral de la puerta, maullando para recordarle que era hora de dormir. Pero esa noche no.

Lo llamó, le ofreció comida, incluso lo cogió para entrar con él en la habitación. El gato no acudió y, en cuanto se percató de que intentaba llevarlo a la habitación, el animal saltó bruscamente de sus brazos y volvió al sofá. Ella se lo quedó mirando, desconcertada y el gato maulló. ¿Por qué no quería entrar el gato a la habitación? Entonces ella se giró hacia su habitación y vio la ventana abierta de par en par y la cortina ondeando con una suave brisa invisible... ¿Qué había en la habitación?

Se armó de valor y logró situarse junto al umbral de su dormitorio para accionar el interruptor de la luz. El corazón le latía desbocado. Encendió la lámpara y recorrió toda la habitación con la mirada, ansiosa. No vio nada. Pero podía sentir que había algo. En lo más recóndito de su ser, en lo más profundo de sus entrañas, supo que había algo en la habitación esperando a que se durmiera. Algo terrible.

Se puso un calzado cómodo y la ropa que había llevado a lo largo del día y que había dejado sobre una silla del comedor. Cogió al gato, su bolso y su portátil y salió del piso en dirección a casa de su hermana. Gracias a Dios ninguna de esas cosas estaba en su habitación. Mientras conducía su coche de madrugada, pensó que al día siguiente pondría a la venta su apartamento a buen precio. Contrataría a un agente. Ella no pensaba volver.

Y así fue como María volvió a nacer.

1 comentario:

  1. Me ha puesto los pelos de punta. Creo que ha llegado el momento de poner un gato en mi vida 😊

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