29 de mayo de 2015

Gajes del oficio

Mansión desvencijada por el paso del tiempo

Gajes del oficio

El hombre esperó ante la casa a que no hubiera nadie en la calle. No era una vía muy concurrida, ni siquiera a esas horas de la mañana, pero debía tener cuidado, ya que la urbanización contaba con un servicio privado de vigilancia. Cuando se sintió seguro trepó rápidamente al tejado, a pesar de la gran bolsa de deporte que llevaba colgada al hombro. Contenía los útiles de su oficio.

Se situó frente a la ventana, desconectó la alarma con la habilidad de un profesional, la abrió y entró. Estaba en un desván repleto de muebles antiguos tapados con sábanas. Se llevaría lo que pudiera, pero primero debía hacer algo.

Encontró a la joven durmiendo en la cama en el piso de abajo. Era morena, de piel clara y bellísima. Él abrió su bolsa de deporte y sacó sus herramientas. Se acercó a la cama y apoyó la estaca sobre el pecho de la joven, mientras alzaba el brazo del martillo. Entonces ella abrió los ojos. Esos brillantes ojos verdes eran lo más bonito que el cazador había visto en su vida. También fueron lo último.

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