5 de junio de 2015

Un relato de Fernando

Fernando Gracia Ortuño, escritor
Hola amigos,


Hoy, en lugar de colgar un relato mío, he preferido daros algo más de variedad colgando el relato de un compañero que ya lleva una buena carrera en esto de las letras. Nuestros estilos son diferentes, pero he pensado que probablemente ello cree un refrescante contraste.


Se trata de Fernando Gracia Ortuño, que ya ha publicado varios libros de relatos (El mote y otros relatos satíricos, El escaqueator y otros relatos y Y digo yo) e incluso se ha atrevido con una novela (Un detective en la cocina).


Sin más, os dejo con su texto, que ha escogido él mismo muy amablemente para su publicación en este blog. Disfrutadlo :-)



El domador


Hay que tener un par de narices para enfrentarse a ellos cada día. Huelen tu miedo, y están esperando la mínima ocasión para abalanzarse sobre ti cuando estás desprevenido. Ni el látigo ni el estoque que llevamos serían suficientes si tuvieran hambre. Me acorralarían y con sus artimañas bien estudiadas acabarían conmigo en pocos segundos. Están acostumbrados, llevan millones de años en la sabana estudiando sus estrategias y poniéndolas en práctica frente a las cebras o los bisontes, que también han aprendido a sortearlos de mil formas diferentes.Pero estos leones son especiales, me conocen, han aprendido a oler mi inseguridad, y si no fuera porque los conozco yo también y los he estudiado a conciencia, ya habrían acabado conmigo. Cuando abren sus fauces y empieza el show parece que saben la expectación que generan frente a su público, que los contempla impresionado y sin aliento, pero sin tener verdadera idea de lo que representa estar aquí dentro encerrado con ellos en una jaula. Yo sí que lo sé. El día que nadie pudo evitar la tragedia, el público vibró de verdad, cuando devoraron a mi sustituto en un periquete. Por lo visto el mozo encargado de darle de comer por la tarde no lo hizo, porque tuvo que irse a un concierto en el Palacio de los Deportes. Yo contemplé las imágenes aterradoras por televisión. No se dejaron ni los huesecillos repelados del pobre domador, y todo frente a millones de personas que se quedaron de pasta de boniato, y, lo que es peor, sin mover un solo dedo por la impresión. Claro, estoy muy indignado porque me hubiera tocado a mí, de no ser porque también fui al concierto esa noche. El lumbreras este del mozo de cuadras no le dio de comer a estos leones, y seguramente cuando se largó estaba pensando en algún ligue, el hijo de su madre. Porque no me puedo creer que uno pueda llegar a ser tan despistado, ¡joder! Yo, la verdad, eh, ya no sé qué pensar…, ni dónde demonios vamos a ir a parar con esta juventud que tenemos hoy en día en este país. ¡Parece mentira que encima que ofreces trabajo en un circo, se toman sus obligaciones tan a la bartola...! ¡Y dejan sin comer al león, joder! ¡Y dejan sin comer al león antes del espectáculo! ¡Para que te vayas con los soldados! ¡Pero, pero, pero…! ¡Pero en qué país vivimos! ¡Que me lo explique algún psicólogo… en qué cabeza cabe…! ¡Pero basta, basta, ya no puedo más, señores de la prensa! Otro día, cuando se me pase el ataque continuaremos hablando…


Fernando Gracia Ortuño

4 comentarios:

  1. ¡Qué fortuna poder trabajar con compañeros "adictos a la palabra"! (que no sois pocos...)

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    Respuestas
    1. Jajajaja Pues sí. Y el día que quieras animarte, serás bienvenida ;-)

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    2. Jajajajaja. Quizás algún dia adquiera esta habilidad..., todo es posible. Gracias por la invitación.

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    3. Gracias, amigos y compañeros. Animaos, siempre más. Escribir es una de las mejores cosas que se han inventado, un abrazo.

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